domingo, 16 de octubre de 2011

TIEMPO DE RECOGIMIENTO

Un hermano monje venía a veces a la habitación donde me gustaba sentarme por las mañanas y me daba amistosamente los buenos días, con toda la potencia que le permitían sus cuerdas vocales. Luego se ponía a charlar sobre cualquier cosa, mientras afuera salía el sol. Al parecer no sentía necesidad de un cierto “tiempo de recogimiento” a esa hora. Yo, en cambio, sí que lo necesitaba, así que lo estuve pensando y busqué otro sitio a donde ir por las mañanas. Cada uno encontramos nuestra paz por separado.

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