sábado, 8 de octubre de 2011

CARTA DEL ARZOBISPO EN EL 2º AÑO DEL IDR

¡Queridos hermanos y hermanas, "Bona gent"!
El curso pasado iniciamos una acción evangelizadora, el Itinerario Diocesano de Renovación, que nos llevará, en los próximos años, a acercarnos y conocer mejor nuestra vocación cristiana, la historia del amor de Dios con cada uno de nosotros y nos enviará a anunciar a Jesús en medio de esta porción del Pueblo de Dios que es nuestra Archidiócesis de Valencia.
En el ciclo pasado, un tiempo de convocatoria y conversión, se nos invitaba a escuchar la voz del Señor, que despertó en nuestros corazones el deseo de seguirlo, de conocerlo más, de ver el mundo como una oportunidad para anunciarlo, de profundizar en nuestra fe y en nuestro testimonio de vida. Escuchando la voz del Señor, fuimos convocados a ahondar en nuestra oración, a hacer de la Sagrada Escritura la guía de nuestra vida cristiana.
En este año la escucha de la voz de Dios nos llevará a reconocer que esa Palabra, ese “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Y lo haremos recorriendo la Historia de la Salvación, acompañando al Pueblo de Dios, sintiéndonos partícipes de su misma historia, guiados por los hombres y mujeres que han sido, porque han respondido a la llamada de Dios, protagonistas de esta Historia. Pero no sólo contemplaremos la Historia de la Salvación sino que se nos invitará a hacer de nuestra historia personal y comunitaria, Historia del amor de Dios.
Contemplar la Historia de la Salvación, desde los orígenes de la Creación del mundo y del hombre y la mujer, la caída y el pecado original; Abrahán como modelo de obediencia a la voz de Dios; Moisés, en quien Dios hace Alianza con su Pueblo; David y la promesa de salvación universal; los profetas preparan y anuncian la llegada del Mesías; serán los temas de oración, reflexión y estudio que se nos proponen para esta primera parte del curso en el que recorreremos el tiempo de las promesas.
Este tiempo nos ayudará a descubrir el rostro de Dios, es decir, cómo Dios toma rostro en la historia para que lo conozcamos y para que descubramos nuestra auténtica vocación: ser abiertos a Dios. Esta apertura a Dios es la que nos abre a todos los hombres y nos urge a dar a conocer a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Descubriremos también cómo la misma vida cristiana es una peregrinación al encuentro del rostro de Dios que se nos ha manifestado en su Hijo único, Jesús, el Señor. Contemplar este rostro, es un imperativo para hablar y testimoniar de Él.
Carlos, Arzobispo de Valencia

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