martes, 27 de marzo de 2012

La paz interior (I)

Uno de los objetivos más elevados en el viaje de la Página de la Vida es conseguir transmitir las herramientas para alcanzar la paz; la paz interior, “la paz que supera toda comprensión”.
Pero uno de nuestros primeros descubrimientos cuando emprendemos el camino de la superación es la guerra que mantenemos con nosotros mismos. Nos enfadamos por nuestros errores; estamos resentidos por nuestras debilidades; nos resistimos a hacer realidad nuestras aspiraciones más elevadas. Queremos progresar en todas las áreas de la vida, pero no nos gusta su precio.
La resolución de estos conflictos estriba en el discernimiento de “lo que es” y ello nos lleva ineludiblemente a la Paz Interior.
La Paz Interior. Vivir conociendo esta cualidad profunda, aunque sutil, es estar tan bien sintonizado con el poder espiritual de la compasión y del amor que seamos contados entre los más próximos a vivir la plenitud de sus posibilidades Divinas. Pero ¿qué es esta paz personal e interior? Y ¿cómo podemos encontrarla?
La paz personal es ese sentido interior, etéreo, de bienestar emocional y espiritual, esa tranquilidad profunda que nos llega cuando somos capaces de desconectarnos de los pensamientos inquietantes, inútiles o amenazantes, y alcanzar a comprender la realidad de “lo que es”.

La paz personal subjetiva, pero muy real, es el sentimiento bien fundado y de unión que tenemos cuando nos liberamos de las preocupaciones, el sufrimiento, el dolor, el estrés y el miedo y somos conscientes de las incontables maravillas que nos ofrece la vida.
La paz interior es el conocimiento de que todo está bien, la compresión de que el Ser Universal lo tiene todo bajo control, aun cuando nuestro mundo parezca a punto de explotar. Nos llega cuando nos apartamos mental, emocional y espiritualmente, y a veces físicamente, de los embrollos mundanos, de los conflictos o de nuestras responsabilidades mal comprendidas. La paz interior se convierte en una realidad cuando trasladamos nuestro centro desde los problemas que no podemos resolver hasta una visión más elevada de compresión del porque. Trascendemos. En este traslado, dejamos caer la tristeza y las preocupaciones. La dicha que queda es la paz.
Si queremos recorrer con éxito el camino que nos lleva a la paz interior, tendremos que desmontar algunos de los obstáculos personales que nos atenazan; el miedo al futuro y las lamentaciones por el pasado no son más que los primarios. El viaje completo a la paz interior significa que también tenemos que superar los baches de la envidia, los desvíos de la impaciencia, las calles sin salida de la terquedad y los puentes helados de la rigidez. Pero debemos viajar. El viaje hacia la paz personal no se realiza en un coche aparcado.
¿El camino de la paz? Pasa por la meditación trascendental o la oración en meditación, que es una disciplina olvidada y mal comprendida. La meditación en oración es una manera excelente de desarrollar la conciencia aumentada en todas las áreas de la vida. Pero es fundamental para alcanzar la paz interior y para conservarla.
Cuando nos atrapan las preocupaciones, o las actitudes de ataque o defensa, estamos desertando, en la práctica, de nuestras posibilidades de alcanzar ese bienestar. La persona que está bien no está en casa. Por ejemplo, podemos estar conduciendo, rabiosos por el tráfico, y perdernos por completo la hermosa puesta de sol. En lugar de verla, nos centramos en escenas interiores de preocupación y de miedo.
La meditación y la meditación en oración nos ayudan a trasladar nuestra atención al momento presente y al control de nuestra mente y de nuestro espíritu. Nos vuelve a traer a casa. Podemos soltar nuestras preocupaciones y estar abiertos y conscientes de la presencia divina. No conocemos otro medio más eficaz para conseguir la paz interior. Destinar un rato cada día a esta actividad será el mejor de los remedios para todos los males que acechan al hombre actual.
Los avatares de la vida cotidiana consumen un esfuerzo enorme. Los conflictos interiores agotan nuestros recursos. Se pierde la paz. Nos quedamos tan inmersos en la resolución de esta guerra interior que nos queda poca energía para hacer en el mundo algo más que ir tirando. Y existen momentos en los que incluso ir tirando es difícil.
El problema no es que falte energía, aunque nos sintamos cansados y fatigados. Tenemos la energía. El problema es que ésta está fragmentada. Necesitamos claramente encontrar una base firme para nuestro bienestar interior. La Paz Personal es esa base.
De modo que declaramos una tregua interior. Nos permitimos momentáneamente retirarnos de la batalla encarnizada. Nos tomamos un tiempo de sosiego. Somos conscientes de nuestras batallas y de nuestro agotamiento
Esta conciencia nos sitúa en una encrucijada decisiva. Uno de los caminos conduce de nuevo a la batalla. El otro conduce al distanciamiento, a la liberación y a la paz interior.
El camino de la reflexión y la meditación nos lleva a una nueva perspectiva. Nos damos cuenta de que nuestros conflictos interiores no son eternos. Pero no debemos mantenernos distanciados de nuestro deber de obrar. La energía que alimentó antes nuestra encarnizada batalla interna puede ser utilizada ahora para vivir creativamente. Con la práctica, nos volvemos centrados y serenos. Nuestra energía emocional y espiritual se dispara entonces hasta las nubes. Y estamos preparados, recargados, renovados para prestar servicio a nuestro mundo.
La paz personal engendra energía. Nuestro incremento eficaz de energía física y espiritual es consecuencia de nuestro descubrimiento de la paz interior. Y su empleo más efectivo significa que tenemos menores probabilidades de derrochar sus preciosos recursos en preocupaciones, lamentaciones, culpabilidades e indecisiones. Éste es un paso de gigante hacia la paz interior al nivel espiritual más elevado.
Cuando avanzamos por el camino de la paz interior ésta nos ayuda a convertirnos en verdaderos pacificadores; pero no en el sentido habitual de resolver las contiendas de otras personas o de otros pueblos. Por el contrario, nos convertimos en pacificadores cuando producimos la serenidad en nuestras almas. Entonces nos llenamos de un poder positivo, de un espíritu que nos carga de energía. Y cuando esa energía se utiliza para el bien, aumenta. Satisfará todas nuestras necesidades, y fluirá para ayudar a otros.
Creemos que la paz interior, que la paz personal es la energía vibrante que puede curar al mundo, que puede producir la paz entre las naciones. Creemos que la paz interior, la paz personal, puede traer al mundo una armonía duradera.
En realidad, los actos sencillos son las cosas que cambian nuestras vidas y nuestro mundo. La búsqueda consciente de la paz es uno de ellos. Si nos tomamos en serio la búsqueda de la paz interior nos convertiremos en libertadores.

lunes, 26 de marzo de 2012

¿ESPERAR O SER?

Uno de los temas importantes del cuarto evangelio es el de la búsqueda-encuentro con Jesús. Al terminar su primera parte (capítulos 1-12), el autor presenta como sujetos de la búsqueda a unos “gentiles”, dejando constancia expresa de la universalidad de la misma: los paganos también quieren ver a Jesús.
Al lector atento no se le escapa que esta escena aparece estrechamente relacionada con aquella primera pregunta que el autor del evangelio pone en boca de Jesús: “¿Qué buscáis?” (Jn 1,38).
En realidad, parece que en el ser humano todo empieza con la búsqueda. Pero es necesario ser lúcidos para detectar y sortear la trampa que la propia búsqueda encierra. Deseo, por tanto, hacer un análisis del proceso que se pone en marcha con la búsqueda inicial y que, si se desarrolla bien, culmina en la superación de la misma. Las etapas de ese proceso, tal como lo veo, son: la búsqueda, la esperanza, la trampa y la resolución.

1. La búsqueda se desencadena a partir de una doble fuente: la necesidad y la aspiración. Como ser necesitado y carente, el humano se ve impulsado a buscar para lograr calmar su insatisfacción.
Los penetrantes versos de Jorge Luis Borges pueden aplicarse al dolor por la pérdida de la persona amada, pero también, más ampliamente, a la sensación de “ausencia” o de lejanía de lo que realmente somos, y que se traduce en una ansiedad constante:

“¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?”

Pero la búsqueda no guarda relación solo con la carencia, sino que es, a la vez, expresión del Anhelo que parece constituir a la persona y que se manifiesta en forma de dinamismo vital.
La diferencia entre ambos movimientos –el que nace de la carencia y el que nace del Anhelo- podría expresarse de este modo: por el primero, el ser humano busca aferrarse y apropiarse de algo que percibe como “bueno” para él; en el segundo, por el contrario, lo que se da es el impulso a vivir y a expresar la propia identidad profunda. Es decir, la carencia atrapa, el Anhelo expresa y ofrece. En el primer caso, hablamos del ego y sus movimientos eogcentrados; en el segundo, de nuestra verdadera identidad, en cuanto Plenitud que se desborda.
Pero todo es muy sutil, por lo que no es extraño que ambos movimientos aparezcan mezclados en la práctica, dando lugar a confusiones y equívocos.

2. La búsqueda se traduce pronto en esperanza, entendida como la confianza de que, antes o después, habré de lograr aquello que calme por fin la búsqueda que la desencadenó.
Su nombre nos suena bien, porque aparece a nuestra mente cargada de promesas. Incluso en la tradición cristiana se ha reconocido, junto con la fe y el amor, como una de las “tres virtudes teologales”.
En el contexto cristiano, con ella se quiere expresar la certeza de que algún día, como don de Dios, alcanzaremos la plenitud. Y se nos anima a que esa certeza sostenga y dinamice, de una manera coherente, nuestro caminar diario.

3. Pero justo aquí, en la esperanza, es donde nos espera la trampa. Porque, a poco que analicemos el movimiento que desencadena, nos haremos conscientes de que, en realidad, con la esperanza no hacemos sino fortalecer el ego y escaparnos del único lugar donde se halla la “respuesta” a toda búsqueda y todo Anhelo: el Presente, el Aquí y Ahora.
En lenguaje religioso puede decirse que el mejor modo de no encontrar a Dios es buscarlo. Porque, al hacerlo, estás activando (inconscientemente) el mensaje de que se encuentra en otro lugar y en otro tiempo. Dado que eso no es así, resulta ser la propia búsqueda la que imposibilita el encuentro. Y nos ocurre como a aquel joven pez que andaba buscando el océano en el que estaba nadando. Es decir, no se trata de buscar algo que esperamos encontrar en un futuro, sino sencillamente de reconocer o de caer en la cuenta de que ya lo somos.
Por eso tiene razón el filósofo André Comte-Sponville cuando escribe que “estamos separados de la felicidad por la misma esperanza que la persigue”. Y quizás empecemos a reconocer la verdad que encierran estos otros textos: La sabiduría consiste en desenmascarar la esperanza, es decir, en aprender la desesperación (ausencia de esperanza), porque “no hay esperanza sin temor, ni temor sin esperanza” (B. Spinoza). “La esperanza no es más que un charlatán que nos engaña sin cesar; y, en mi caso, la felicidad solo empezó cuando la había perdido” (N. Chamfort). “No deseo nada del pasado. Ya no cuento con el futuro. El presente me basta. Soy un hombre feliz, pues he renunciado a la felicidad” (J. Renard). “Solo es feliz el que ha perdido toda esperanza, pues la esperanza es la mayor tortura y la desesperación la mayor felicidad” (Sâmkhya-Sûtra; la segunda frase es una cita del Mahâbhârata). (Tomo los textos de André COMTE-SPONVILLE, La felicidad, desesperadamente, Paidós, Barcelona 2011).

4. Con todo esto, nos ponemos en el camino adecuado para salir de la trampa: para reconocer que lo contrario de esperar no es temer, sino conocer, actuar y amar (saber, poder y gozar).
En efecto, la resolución de todo el proceso se produce cuando “traducimos” la esperanza por reconocimiento. Mientras esperábamos algo mejor, estábamos en realidad alejándonos del presente, potenciando el “modo hacer” en detrimento del “modo ser” y, en definitiva, fortaleciendo e inflando el ego que es, en realidad, el sujeto de la esperanza.
El ego se lleva muy bien con la esperanza. Porque como es incapaz de existir en el presente, alimenta el sueño de su pseudoexistencia por medio de expectativas que proyecta en un futuro que nunca llega.
De ese modo, sin darnos cuenta, habíamos caído en la contradicción de utilizar la “esperanza” –una virtud teologal- para alimentar el ego. Es decir, nos habíamos introducido en un callejón sin salida, constriñéndonos más todavía en su laberinto de confusión y de sufrimiento.
La resolución pasa, como decía, justo por el extremo opuesto. Ya san Pablo había avisado: “Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelente de todas es el amor” (1 Corintios 13,13). La fe y la esperanza, por la dinámica propia de su objeto, están llamadas a desaparecer.
Pero lo decisivo es que esa desaparición no ocurrirá en el futuro, sino justo aquí y ahora. Cuando, al venir al Presente, caemos en la cuenta de que la Plenitud no es “algo” que debamos alcanzar o un “premio” que nos aguarda más adelante; es lo que ya somos y siempre hemos sido. Con otras palabras: lo que buscamos no es diferente de lo que somos. El buscador es lo buscado.

Con esta clave podemos volver al texto de hoy: al “ver a Jesús” estamos viendo quiénes somos. Y al desidentificarnos del yo carente y “esperanzado”, emerge la Plenitud que somos en un presente atemporal o eterno: la semilla enterrada se descubre espiga rebosante.
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jueves, 22 de marzo de 2012

Amar hasta el martirio

Los bandidos encuentran al padre Bressini en Canadá con un ladrón que se acababa de convertir al cristianismo, y a los dos los torturan. Fue un martirio lento y refinado: Un día es una uña arrancada, al día siguiente la falange de un dedo y así durante semanas. El padre Bressini¡ mandaba escribir así al Superior de los jesuitas: "No me queda más que un dedo entero, me han arrancado algunas uñas con los dientes. En seis veces han quemado seis falanges. Sólo en las manos me han aplicado el fuego y el hierro más de dieciocho veces y me obligaban a cantar durante el suplicio". Cuando le tocó el suplicio al ladrón decía: "Padre Bressini, ya no puedo más. Veo que voy a flaquear. ¡Pronto, pronto, Padre, muéstrame tus manos! Ellas me dicen cómo hay que amar a Dios". Cuando miramos un crucifijo, al ver clavadas las manos y los pies y la cabeza con las espinas deberíamos decir como el joven ladrón: "En tu Cruz veo cómo me has amado, Señor. Tus llagas me darán fuerzas para seguir aguantando -amando- las pequeñas cruces que permitas en mi vida".

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Cómo conseguir paz interior?

No te esfuerces por juntar riquezas en la tierra, porque podrán ser robadas por ladrones o volverse obsoletas. Además no te olvides que al dejar este mundo, tendrás que abandonarlo todo, y entre ello tu propio cuerpo. Entonces, ¿de que sirve amontonar riquezas?. Colecciona los tesoros que alimentan tu espíritu, las buenas obras, el bien que haces al ayudar a tus hermanos a encontrar el camino hacia la paz del señor, por que todas estas riquezas te acompañaran más allá de esta vida.

martes, 20 de marzo de 2012

Lc 18, 9-14: “Dos hombres subieron al templo a rezar...”

Rezar siempre es peligroso. Porque si rezamos como el fariseo, si nos limitamos a hablar frente al espejo de nuestras vanidades, salimos tan fríos como entramos. Y la oración mentirosa que rezamos, empeora todavía más nuestra hipocresía. Pero si rezamos como el publicano, si tenemos la valentía de exponer el corazón al amor de Dios, hay lágrimas y conversión. Nada queda como antes. Pues esta oración, hecha con la verdad que libera, engendra paz y vida nueva.

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Ayúdame, Señor, a llegar a ti
Con un corazón humilde y sincero.
Ten piedad de mí que soy pecador;
Dame un corazón renovado,
Un corazón capaz de amar con tú amas.

lunes, 19 de marzo de 2012

INVOCACION A SAN JOSE

"San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges.
Tu también conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.
Amén." -- Juan XXIII

PATRIARCA SAN JOSÉ

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra. Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José. Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo

domingo, 18 de marzo de 2012

CRUZ Y SALVACIÓN, MÁS ALLÁ DEL MITO

Para el pueblo judío, la imagen de la serpiente recordaba, a la vez, las quejas del pueblo y la misericordia de Yhwh. Tal como se narra en el Libro de los Números (21,4-9), ante la dureza de la marcha a través del desierto, el pueblo empezó a murmurar contra Moisés y contra Yhwh, que envió serpientes venenosas cuya mordedura les provocaba la muerte. Tras el arrepentimiento y la intercesión de Moisés, éste recibió el encargo de colocar una serpiente de bronce sobre un asta: bastaba mirarla, para quedar curado del veneno mortal.
Se trata, evidentemente, de un relato mítico, que solo puede ser aceptado literalmente desde una conciencia mítica, como la que tiene el niño entre los 3 y 7 años, o la que vivió la humanidad entre, aproximadamente, los años 10.000 y 1.000 antes de nuestra era.
Es obvio que también, en la actualidad, pervive la conciencia mítica en no pocas mentes humanas: eso explica que, tanto en el nivel de la religión como en el de los nacionalismos, se mantengan creencias que, vistas desde otro nivel (simplemente, el “racional”), parezcan cuentos de niños.
Particularmente en el campo de la religión, es más fácil quedar anclados en ese nivel de conciencia –aunque la misma persona, en otros sectores de su vida, pueda tener actitudes postmodernas-, debido al hecho de que los textos sagrados se han entendido literalmente, como si en su misma formulación hubieran caído del cielo, revelados por Dios.
A partir de ese concepto de “revelación”, centrado en el literalismo, el creyente no se atreve a reconocer el carácter histórico, condicionado y, por tanto, relativo de esos textos, por lo que los sigue repitiendo de una manera mecánica, sin el menor cuestionamiento. Quizás inconscientemente, en este terreno, está renunciando a hacer uso de una consciencia más ampliada, que le proporcionaría otra lectura más adecuada y, por ello mismo, liberadora.

Pero en el tema concreto que nos ocupa, hay más: una idea mágica de la salvación que marcaría dolorosamente la conciencia colectiva cristiana durante más de un milenio.
Una vez más, se trata de un determinado tipo de lectura, desde un determinado nivel de consciencia. Así como el pueblo judío pudo creer que bastaba mirar a una serpiente de bronce para quedar curado de la mordedura venenosa, de un modo similar, durante siglos, muchos cristianos pensaron que la salvación venía producida por la muerte de Jesús en la cruz.
Quiero insistir en el hecho de que, mientras alguien se halla en ese nivel de conciencia, tal lectura es asumida sin dificultad. Lo cual no quiere decir que no contenga consecuencias sumamente peligrosas, entre las que habría que apuntar las siguientes:
• imagen de un dios ofendido y vengativo hasta el extremo;
• idea de un intervencionismo divino, arbitrario y desde “fuera”;
• idea de una pecaminosidad universal, previa incluso a cualquier decisión personal (creencia en el “pecado original”);
• instauración de un sentimiento de culpabilidad, hasta alcanzar límites patológicos;
• creencia en una salvación “mágica”, producida desde el exterior.

Estas consecuencias parecen inevitables cuando se hace una lectura literalista de determinados textos bíblicos, incluido el que hoy leemos, al comparar la cruz de Jesús con la serpiente del desierto. Con tal lectura, se dejan sentadas las bases de toda la “doctrina de la expiación”.
Sin embargo, es posible otra lectura que, reconociendo el carácter “situado” y, por tanto, inevitablemente relativo de los textos sagrados, accede a un nivel de mayor comprensión y libera al creyente de tener que seguir aferrado a un pensamiento mágico o mítico, que por la propia evolución de la consciencia le resulta ya, no solo insostenible, sino perjudicial.
Desde esta nueva lectura, el cristiano sigue fijando su mirada en Jesús, y en Jesús crucificado. Pero ya no es una mirada infantil ni infantilizante. Ahora ve en Jesús y en su destino –provocado por la injusticia de la autoridad de turno- lo que es el paradigma de una vida completamente realizada: fiel y entregada hasta el final. Por ese motivo, el hecho de “mirar la cruz” empieza a ser ya salvador: nos hace descubrir en qué consiste ser persona.
Pero no se trata solo de una mirada “externa”, que podría desembocar, en el mejor de los casos, en una conducta imitativa, que no dejaría de ser alienante. Desde una consciencia transpersonal y desde el modelo no-dual de conocer, la lectura se ve enriquecida hasta el extremo.
Al ver a Jesús, nos estamos viendo a nosotros mismos. Al acceder a una perspectiva no-dual, nos queda claro que no hay nada separado de nada. En nuestras diferencias aparentes, se está mostrando la naturaleza común que nos identifica. De un modo semejante a como, en cada una de las olas, “toma forma” la única agua que a todas las constituye.
Desde esta nueva perspectiva, Jesús no es un “mago” que nos salvara desde fuera; tampoco es un “ser celestial separado” diferente de nosotros. Es lo que somos todos…, aunque sigamos sin atrevernos a reconocerlo.
En él se ha mostrado de una manera exquisita la maravilla de lo Real. Por eso, podemos nombrarlo como Manifestación de Lo que es y Expresión de lo que somos. Al mirarlo a él, lo primero que nace no es un deseo de “imitación”, sino un reconocimiento de nuestra más profunda identidad.
De un modo similar, la salvación no consiste en quedar liberados, por obra de una “expiación” exterior, de una culpabilidad ancestral que se arrastraría desde el comienzo de la especie humana (aunque quedaría sin precisar el momento exacto en que el homínido dejó de ser primate y empezó su andadura de “homo sapiens sapiens”).
No hubo tal cosa como un “pecado original” –en el sentido moralizante en que lo entendió la tradición-, que habría de culpabilizar a toda la humanidad que entró en contacto con esa creencia. Lo que hubo –y sigue habiendo- es una gran inconsciencia, que se traduce en ignorancia radical de quienes somos, y que se plasma en comportamientos que generan sufrimiento para uno mismo y para los demás.
Esa es la “tiniebla” de que habla el texto. Y, por contraste, la “luz” de que tanta necesidad tenemos, y que los cristianos vemos resplandecer en Jesús de Nazaret.
En eso consiste la “salvación”: en acercarnos a la “luz”, para reconocer nuestra verdadera identidad –el “agua” que constituye nuestra “forma transitoria” de “olas”- y, de ese modo, salir de la ignorancia que nos mantiene confundidos y atrapados en un laberinto de sufrimiento.

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sábado, 17 de marzo de 2012

LA LITURGIA CUARESMAL CONTEMPORÁNEA

El Vaticano II pidió que se mantuviera la dimensión penitencial de la Cuaresma y que se recuperara la bautismal. Para dar cumplimiento a la sugerencia de los padres conciliares, se preparó un nuevo Ritual de la iniciación cristiana de adultos, que establece cómo deben realizarse los distintos ritos a lo largo de la Cuaresma. Además, como el actual leccionario dominical comprende tres ciclos de lecturas, se organizó el primero con los evangelios que la Iglesia primitiva utilizaba en la preparación de los catecúmenos. Las primeras lecturas dominicales presentan las principales etapas de la historia de la salvación, mostrándonos que la revelación es la realización progresiva de un proyecto eterno de Dios, desarrollado en el tiempo, que se dirige hacia Cristo y culmina en Él. Las segundas lecturas están tomadas de las cartas de San Pablo, y sirven para iluminar los temas del día con reflexiones del apóstol. Los evangelios de los días feriales exponen los grandes temas cuaresmales: la llamada a la conversión, el amor al prójimo, el perdón de los pecados y la pasión de Cristo. Las primeras lecturas están escogidas en referencia a los evangelios de cada día.
La Cuaresma se caracteriza como:
a) Tiempo de gracia. Un regalo que se nos ofrece para que redescubramos lo esencial del cristianismo en la lectura de la Palabra de Dios, en la oración y en la práctica de una vida íntegra.
b) Tiempo de preparación para la Pascua. Las cosas importantes hay que prepararlas con tiempo. La Pascua es tan importante (celebramos los misterios de nuestra redención), que la preparamos durante 40 días.
c) Tiempo de catequesis bautismal. Se ha recuperado la preparación bautismal para los adultos que reciben en Pascua el bautismo, la confirmación y la primera comunión. Los ya bautizados están llamados a tomar conciencia del don del bautismo y a renovar su gracia
d) Tiempo de conversión. Los cristianos deberíamos vivir como cristianos siempre, pero todos somos conscientes de que muchas veces equivocamos el camino, por lo que la Cuaresma es una llamada a recibir el perdón de Dios y a volver a empezar, en su nombre, la vida de la gracia.

viernes, 16 de marzo de 2012

Mc 12,28-34 ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Hoy hay opiniones para todos los gustos. En esto de la religión cada uno tiene su “idea”. Y resulta difícil poner en orden tantas opiniones. ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Qué es lo esencial para vivir la vida con seriedad, con alta calidad? Jesús invita a ir a la Escritura para encontrar una respuesta.

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Señor, enséñame a amarte.
Quiero amarte con toda mi fuerza,
Con todo mi corazón.
Quiero amarte con un amor que se convierte en servicio, perdón
Y ternura para con mis hermanos.
Si tú me enseñases...

jueves, 15 de marzo de 2012

Quien no está conmigo... Lc 11,14-23

Es terrible tener ojos que no quieren ver. Oídos que no quieren escucha. El amor y la alegría que Jesús nos ofrece los tenemos ahí, ante nosotros, a nuestro alcance. Y nosotros optamos por encogernos de hombros y rehusar su invitación.


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Tú no quieres mi neutralidad.

Tú pides que me comprometa decididamente por ti.

Que tome posición por la vida,

por la alegría, por la esperanza.

Gracias por querer estar conmigo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Imagen y semejanza de Dios

Si no te pareces a quien amas, es porque no amas a quien te parece, porque el amor, o encuentra semejantes a los que se aman, o los hace semejantes. Y, si lo amas, si eres semejante a él, lo defenderás en su ausencia y lo amonestarás en su presencia; y, si lo defiendes, lo harás con sinceridad y, si lo amonestas, lo harás con profunda caridad.
Si lo defiendes con sinceridad y, si lo amonestas con caridad, lo ganarás para ti y para Dios, le habrás hecho un bien, habrás contribuido a su mejoramiento; y, al hacerlo mejor a él, te habrás hecho mejor a ti mismo.
Y de esta forma te habrás dado a los demás, porque el verdadero amor lleva a darse, pero a darse de verdad, sin regateos, ni limitaciones, sin falsificaciones, ni hipocresías.
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La actitud de caridad te llevará en ocasiones a corregir a quien amas; pero entonces deberás corregirlo, porque lo amas y no pensar que lo amas, porque lo corriges. “Sea cual fuera su agravio, no guardes rencor al prójimo y no hagas nada en un arrebato de violencia” (Ecli 10,6). Si te examinas, con sinceridad y profundidad, verás que cuando corriges, o llamas la atención, hay en ti un tanto por ciento de buena intención, pero otro buen tanto por ciento de nerviosismo, de mal genio, de impaciencia.

martes, 13 de marzo de 2012

“¡No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete!”

Perdonar es difícil. Se mezcla con el orgullo, con nuestra sensación de seguridad. Es muy sensata y humana nuestra dificultad de perdonar. Para superar este bloqueo, Jesús sugiere que comencemos a funcionar como hace Dios. Si Dios está dispuesto a perdonar todas nuestras violencias y pecados, ¿cómo podemos seguir con un corazón duro ante los fallos de nuestros hermanos?
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¿De dónde me vendrá la libertad y el coraje de perdonar?
¿Para tender una mano al que me hirió?
¿Para ser amable con el que me insultó?
¿De dónde, si no es de ti y de tu amor sin límites?

lunes, 12 de marzo de 2012

LOS BUENOS Y LOS MALOS

Es muy común dividir la humanidad en dos grupos: los buenos y los malos. Sería interesante que analizaras en qué grupo te pones a ti mismo, como también instintivmante colocamos a los otros entre los malos.

Nos sentimos mejores de lo que somos y, por el contrario, juzgamos a los otros peores de los que son; pensamos que los otros tiene que camibar, mientras que nosotros no tenemos ni de qué, ni por qué cambiar.

Pero será bueno que te detengas a pensar: ¿cómo sería el mundo, si todos fueran como tú? Deberías analizarlo con toda sinceridad; no seas tan fácil en darte a tí mismo el certificado de buena conducta, siendo como eres tan rígido y exigente en dárselo a los que te rodean; no sea que Dios te invierta los papeles y te juzgue a ti con la exigencia con la que tú juzgas a los demás.

domingo, 11 de marzo de 2012

Domingo III de Cuaresma

EL TEMPLO ES LA VIDA

Los profetas de Israel solían recurrir a “gestos proféticos” para expresar, de un modo visual, mensajes que les parecían decisivos. Es lo que hizo Ezequiel, cuando preparó su equipaje para el destierro, haciendo un boquete en la pared (Ez 12,3-7); al preparar una olla llena de herrumbre (Ez 24,1-14); o al profetizar sobre huesos secos (Ez 37,1-14).
Jeremías se sintió instado a una cosa sencilla, como comprar una faja de lino (Jer 13,1), pero también a otra más exigente, como la de no casarse ni tener hijos (Jer 16,2); como signo profético, rompió un botijo de barro a la vista de todos, para llamar la atención sobre el hecho de que el pueblo se estaba rompiendo (Jer 19,1-11).
Oseas se casó con Gomer, una prostituta, y puso a sus hijos nombres cargados de alusiones simbólicas a la situación de Israel (Os 1,2-9).

En la misma línea de los profetas de su pueblo, Jesús realiza también gestos repletos de simbolismo: sus comidas con pecadores, el lavatorio de los pies, la acción contra el templo…
Porque de eso se trata en la lectura de hoy, de una acción simbólica en la que se pretende mostrar que el tiempo del templo ha acabado. No es lo que a veces se ha designado como “purificación” del templo, que habría sido convertido en centro comercial. Todo lo que ocurría en él, no solo se hallaba plenamente legislado, sino que era imprescindible para que la misma vida del templo –los sacrificios- pudiera seguir funcionando. Del mismo modo, las mesas de los cambistas se requerían para que los judíos que venían de la diáspora pudieran comprar los animales de los sacrificios en la moneda acuñada por el propio templo.
Si todo lo que sucedía en el templo estaba respaldado por la legislación, la acción de Jesús debe interpretarse desde otra perspectiva, tal como se pone de relieve, desde dos ángulos diferentes, en el mismo evangelio de Juan.

La clave la encontramos, para empezar, en este mismo relato. En él queda claro lo que Jesús pretende: sustituir el templo por su propio cuerpo resucitado.
El templo de piedra era el centro de la religión (particularmente en Israel, religión en la que no se reconoce sino un único templo, el de Jerusalén); en él se encontraba el Arca de la alianza y, por lo tanto, la Presencia de Dios. Como la judía, todas las religiones han tendido a absolutizar los templos como lugares de la presencia divina, cayendo incluso a veces en dicotomías o dualismos extraños entre “lo religioso” y “lo profano”.
La novedad de Jesús –tal como se pone de relieve en sus parábolas- consiste en afirmar que existe un camino para encontrar a Dios que no pasa por el templo. De ese modo, se supera definitivamente aquel dualismo y se reconoce la vida como lugar de la Presencia.
Al “sustituir” el templo por su cuerpo, el autor del evangelio nos invita a vivir el encuentro con Dios en el centro de nuestra persona y de la vida misma. Y Jesús nos hace de “espejo” para ver lo que es una vida vivida de ese modo: una existencia marcada por el amor compasivo y la resurrección gozosa.
Ahí –parece indicar el texto- es donde vamos a encontrar con certeza a Dios; ahí radica el “secreto” del vivir humano: en el amor y en el gozo. Hasta el punto de que ambos no son sino nombres de nuestra identidad más profunda, trascendida la (errónea) identificación con el ego: somos Amor y somos Gozo. Es únicamente la reducción al yo lo que nos impide reconocerlo y vivirlo.

Pero no es la única vez en que el autor del cuarto evangelio invita a superar el templo. En el capítulo 4, que recoge el (simbólico) diálogo con la mujer de Samaría, pone en boca de Jesús esta afirmación tajante: “Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, lo adoran en espíritu y en verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,23-24).
La superación del templo significa la superación de la religión. No en el sentido de que haya que dejarla de lado –tanto la religión como el templo pueden ser medios valiosos para no pocas personas-, sino en el de no absolutizarla.
La absolutización de la religión ha provocado demasiado enfrentamiento y sufrimiento entre los humanos.
Como ha expresado con sabiduría Javier Melloni, “las religiones son receptáculos de una plenitud que ha sido vertida en ellas y que tratan de custodiar. Pero al custodiarla se pueden hacer insolentes. Por miedo a perderla, la blindan, y al no saber qué hacer con tanta densidad, la lanzan sobre las demás… La apropiación de esa plenitud se convierte en totalitarismo… Las religiones se hacen indigestas –no solo indigestas, sino sumamente peligrosas- cuando pretenden apoderarse del Absoluto” (J. MELLONI, Hacia un tiempo de síntesis, Fragmenta, Barcelona 2011, pp.43-44).
Un síntoma claro de haber absolutizado la propia religión es la crispación con la que se defiende. En psicología se afirma que, en las relaciones interpersonales, la crispación emocional es señal inequívoca de la presencia de la propia sombra no conocida y no aceptada, que lleva a condenarla en el otro. El motivo es sencillo: al ver en el otro lo que en mí he rechazado u ocultado, nace un sentimiento de inseguridad, del que trato de defenderme achacando el problema a la otra persona. Sin embargo, la presencia de la crispación no me deja mentir: lo que me altera no puede ser nada ajeno, sino mi propio sentimiento no aceptado.
De un modo similar, la crispación religiosa –que va de la mano de la descalificación del otro y del fanatismo- no revela otra cosa que ignorancia e inseguridad. Y, como suele ocurrir, se convierte en el antídoto más eficaz contra la presunción de verdad de la creencia de quien así descalifica: ¿quién querría ser “creyente” de una fe o de una religión que descalifica o ataca con tanta virulencia?
Lo causa última, sin embargo, hay que buscarla en el psiquismo y, en concreto, en lo insoportable que, para algunas personas, resulta el sentimiento de inseguridad. A mayor inseguridad, más necesidad de absolutizar las propias creencias, como medio de no sentirte cuestionado. Y lo hará incluso en nombre de Dios y de sus “derechos”, de los que se considera verdadero conocedor y ardiente defensor.
El jesuita y psicoanalista Carlos Domínguez Morano ha analizado toda esta cuestión con notable agudeza, hablando de las “patologías de lo religioso”. Un yo no suficientemente integrado, por falta de un adecuado contacto materno, puede verse impelido a una necesidad de poseer seguridades absolutas, incluso a sentirse como portador de una palabra absoluta. La consecuencia no es otra que la descalificación –también absoluta- de todos quienes no piensen como él: es el reflejo de una actitud fanática y paranoide (Puede verse el interesante estudio de C. DOMÍNGUEZ MORANO, en su obra Experiencia cristiana y psicoanálisis, Sal Terrae, Santander 2006, pp.158-161).
Personalmente, no encuentro un texto sagrado más desactivador de cualquier absolutismo religioso que el propio evangelio.

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sábado, 10 de marzo de 2012

'...este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida...'

En esta parábola del hijo pródigo, hay escenas que se repiten en mi vida. Hay un padre que nos ama incondicionalmente. Que nos ama tanto, que incluso respeta la libertad del hijo que rechaza su amor. Y hay una libertad, la mía, mal usada. Que trae miseria, degradación, desesperanza. Y hay un abrazo tierno de este Padre que me trae de nuevo a la vida. Que me devuelve la orientación, la dignidad y la fiesta.

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Cuando mis amigos me abandonan,

cuando mis sueños se vuelven grises,

cuando los amores desaparecen...

Tú estás siempre esperándome,

con los brazos abiertos,

con una sonrisa que me devuelve a la vida.

viernes, 9 de marzo de 2012

Se os quitará a vosotros el Reino de Dios... Mt 21,33-46

No es posible escalar una montaña con sandalias. Aunque pesadas, pero que calzar unas botas fuertes. No consigo hacer el camino de la Cuaresma distraído y ocupado en mil cosas triviales, sometiendo a Jesús a un zapping rápido. Estos cuarenta días (y toda la vida) solo tienen sentido en un diálogo serio, honesto, con el mensaje que me dirige Dios.

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Señor, tú conoces bien
mis contradicciones.
Sabes cómo te amo con
las palabras y te niego
con los gestos.
Cómo creo en ti,
pero tomo mis decisiones
sin escucarte
¡No te canses de mí!

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jueves, 8 de marzo de 2012

MARÍA, MUJER TRABAJADORA

Sucedió que mientras él estaba diciendo esto, una mujer de en medio de la multitud, alzando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él replicó: «Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan». (Lucas 11, 27-28)
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AMOROSA PROTECCIÓN
Madre bondadosa,
protege a los tentados,
auxilia a los pecadores,
ayuda a los pusilánimes,
socorre a los necesitados,
conforta a los atribulados,
intercede por los consagrados,
cúbrenos con tu manto protector
y obténnos el don de experimentar
tu maternal y amorosa protección.
Que así sea.

CARTA DE UNA MADRE A SU FAMILIA

Como ya creo que os he comentado en mi trabajo es muy importante para mi fomentar en mis clases a mujeres algo creciditas, su autoestima...le hablo de igualdad, y de una palabra clave:DELEGAR.Les suelo leer esta carta antes de empezar para que reflexionen y despues lo podamos poner en común....

hoy por ser 8 de marzo me gusta ponerla aqui

Queridos todos:
Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico.
Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.

Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce...

Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras.

Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.

Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me queráis más.

Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como para mí. Es una trampa para todos.

Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.

Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga camisa planchada que ponerse.

La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.

Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor.

Besos. Mamá.





el 08 marzo 2011

DIA DE LA DONA TREBALLADORA

La instauració d'aquesta data com a Dia Internacional de la Dona és fruit d'un llarg procés. Sovint s'atribueix la celebració de la data a l'incendi ocorregut el 1908 en una fàbrica tèxtil de Nova York. En aquest haurien mort un centenar de treballadores que s'havien declarat en vaga i tancat dins la fàbrica.

La realitat, però, és més complexa. Els fets de Nova York serien tres i no un únic incendi: la vaga de treballadores del tèxtil de 1857, l'incendi de la fàbrica Cotton i el de la Triangle Shirtwaist Company el dia 25 de març de 1911. En aquest últim van morir 142 obreres (la majoria immigrants joves) que l'any anterior havien protagonitzat una vaga per demanar millores laborals de la fàbrica.


Mobilització feminista a Dhaka, Bangladesh.Les primeres celebracions del Dia de la Dona foren, per part de les socialistes nord-americanes el darrer diumenge de febrer de 1908. A Europa l'any 1910 en la 2na Conferència Internacional de Dones Socialistes Clara Zetkin proposà l'establiment del Dia Internacional de la Dona per tal de promoure el sufragi femení, a més de la pau i la llibertat. Així doncs el 19 de febrer de 1911 les europees celebraren la diada.

El Dia Internacional de la Dona queda fixat en la data del 8 de març a partir de la sortida al carrer (en protesta per la manca d'aliments) de les dones russes el 8 de març de 1917.

El sentit de la diada respon a la lluita de les treballadores per tal d'obtenir millores laborals i socials. Al llarg del s.XX el Dia de la Dona s'utilitzà per reivindicar principalment el dret al vot femení.

La celebració de la data encara actualment respon al ressorgiment de les reivindicacions feministes dels anys seixanta i setanta, éssent implantada per les Nacions Unides el 1977.

miércoles, 7 de marzo de 2012

...EL QUE QUIERA SER PRIMERO, SEA VUESTRO SERVIDOR...

Señor, Maestro, Señor y Hermano,
abre mi corazón, tan perezoso y mezquino
cuando se trata de dar el primer paso para servir.
Enséñame a colocar toda mis cualidades
al servicio de quien lo necesita.
Enséñame un amor que no pida cuentas.
Enséñame a vivir como tú. Contigo.

martes, 6 de marzo de 2012

ORACIÓN CUARESMA

Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.
Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la obscuridad
y el dolor en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

lunes, 5 de marzo de 2012

CAMINAMOS CON LA CUARESMA

Te damos gracias, Señor, porque durante es tiempo
De Cuaresma nos ofreces la oportunidad de cambiar
Nuestra vida con el ayuno, la oración y la limosna.
Nos cansa y aburre escuchar continuamente
Las fatales predicciones de falsos profetas
Que poco o mucho condicionan nuestra vida.
Ayúdanos a tomarla en nuestras manos,
Sin influencias superfluas
Con la libertad que nos da a beber, sólo
Del agua fresca de tu Evangelio.
Aunque a veces no le somos suficientemente fieles,
Por eso, Señor, confiamos en que nos acojas
Cuando con humildad reconocemos nuestras faltas
Perdonando al mismo tiempo las ofensas de los demás.
Haznos personas austeras en nuestro día a día,
Más generosa con quien más lo necesita.
Que no nos cueste compartir el dinero
Ni todo aquello que nos configura como cristianos:
La fe, el amor, la hermandad, la amistad, la justicia, el trabajo...
A fin de construir un mundo
donde podamos vivir dignamente.
Señor, ayúdanos a dejar “vacíos” en nuestra vida
Para llenarlos de tu Espíritu y hacer así el camino de conversión
Hacia tu próxima PASCUA.

domingo, 4 de marzo de 2012

VOLVER A CASA

Montaña alta, luminosidad, color blanco… Son signos que colocan el relato en el ámbito de lo divino. De ese modo, parece hacernos una doble invitación: por un lado, a vivirnos conscientemente conectados con el Misterio último de lo Real; por otro, a reconocer esa Realidad como la dimensión más profunda de todo lo que es, nosotros mismos incluidos.
Es la mente la que, por la propia naturaleza del pensar, tiene que fraccionar y separar lo real. Como consecuencia, al tomar su lectura como si fuera una representación exacta de las cosas, terminamos asumiendo la creencia, incuestionada, de que todos son objetos separados: las cosas, los otros, uno mismo, Dios… La mente convierte lo real en una infinidad de “islotes” separados, a los que atribuye desigual importancia o jerarquía.
La realidad, sin embargo, es no-separación. Como siempre han visto los místicos –y hoy experimentan los físicos, en el mundo de las partículas elementales-, todo es Uno en las diferencias aparentes.
El Fondo de todo lo real es uno y el mismo Fondo. Y ese Fondo es lo que constituye nuestra verdadera identidad. El Fondo de todo lo humano y de todo lo material es el mismo Principio divino. ¡Se comprende bien la reacción de Pedro, apenas lo atisbó!: “Qué bien se está aquí. Vamos a hacer tres tiendas”.
Como Pedro, también nosotros, mientras no hemos vislumbrado nada, esto puede parecernos una locura…, o hasta una blasfemia. Pero en cuanto se nos regala “verla”, caemos en la cuenta de que ésa es nuestra identidad; en cierto sentido, es como si, cuando eso se produce, recordáramos lo que somos y, al recordarlo, iniciamos el camino de vuelta a casa (las “tres tiendas”).

La palabra que aparece en el relato –“Este es mi Hijo amado”- lo explicita. Ser hijo es “estar naciendo” en permanencia de ese mismo Fondo originante, fuente de todo lo que es. Dentro de los límites del lenguaje, podría decirse que es ese mismo y único Fondo el que se manifiesta en formas temporales o transitorias.
Y que, como se expresa en Jesús, así se expresa en cada ser humano. Por eso, en la tradición cristiana, reconocemos a Jesús como nuestra “referencia”, la imagen más nítida en la que el Fondo se manifiesta. Pero no por un “privilegio” especial, sino porque Jesús de Nazaret fue el hombre que no puso obstáculos al Misterio para que se expresara en él.
Por eso puede decirse con toda razón de él que es “el Hijo amado”, el parecido más exacto a la Fuente de la que todo surge.
Pero es eso mismo lo que puede afirmarse de cada ser humano: cada uno es “hijo amado”, nacido de aquella misma Fuente y transparencia de ella.

Cuando se nos regala hacer consciente esta realidad, experimentamos una sensación de asombro y de sobrecogimiento. Es lo que les ocurre a los discípulos, a quienes el susto los hace callar. Solo cuando vivan la experiencia de la resurrección –otra experiencia transpersonal-, serán capaces de captar un poco más lo que aquí se contiene.
De algún modo, caer en la cuenta de nuestra condición de “hijos amados” –de ser expresión del Misterio último de lo Real- equivale a reconocernos como ya “resucitados”.
Porque ni somos separados de aquella Fuente originante ni hay algo que tengamos que recibir en algún futuro. Todo está ya aquí y ahora…, aunque con frecuencia se nos escape. Decir que somos “hijos”, significa nombrar nuestra identidad: no soy el ego separado que la mente piensa que soy, sino aquel Fondo último que se está expresando en esta forma temporal. Y eso no es algo que deba “lograr” en algún futuro más o menos lejano, sino que constituye mi identidad ya en este mismo momento.
Aldous Huxley, en su novela “La isla”, lo expresa de una manera inigualable:
“Nadie necesita ir a ninguna parte. Todos estamos ya allí, lo sepamos o no. Si supiese quién soy en realidad, dejaría de comportarme como lo que creo que soy; y si dejase de comportarme como lo que creo que soy, sabría quién soy”.

“Volver a casa” es reconocer que, como dice Mónica Cavallé, somos Plenitud que se desborda: la Plenitud que sostiene el cosmos, es la misma que me sostiene a mí.
Y sigue diciendo:
“El Tao [el Misterio, el Ser, la Vida, Dios, el Espíritu] es lo que vive en nosotros, lo que respira en nuestra respiración y pulsa en el rítmico fluir de nuestra sangre; aquello que ríe cuando reímos y danza cuando danzamos; lo que arde en nuestra ira y en nuestro deseo. Es lo que mira por nuestros ojos, piensa en nuestro pensamiento y nos inspira palabras cuando hablamos.
Es el vigor que late en la semilla, que asciende como savia y se celebra en el fruto y en la flor. Es la matemática armonía del cielo nocturno, de la estructura del cristal, de los arabescos del mundo subatómico, réplica analógica de las galaxias celestes. Es aquello que nos fascina en el andar alerta y grácil del tigre, en la creatividad y elegancia insuperables del color de los peces y del plumaje de las aves. Lo que une a estos peces y aves en bandadas. La voluntad única que los hace moverse y danzar al unísono, formando un solo cuerpo…
Es la hermandad invisible que nos permite adivinar lo que sintió algún hombre del pasado, y compartir el dolor que adivinamos en la mirada de otro ser humano o en la mirada afligida de un perro… Es la insólita belleza de la música y lo que se conmueve en aquél que la escucha. La misteriosa armonía que, enlazando lo más sutil y lo más grosero, permite que nuestro espíritu necesite de la materialidad del oído para sentir esa mística familiaridad. Lo que hace acordar el alma con lo que sólo son ondas sonoras…
Es la inteligencia ilimitada e insondable que todo lo rige y en todo se manifiesta. ¿Qué hay de abstracto o de “otro” en todo ello?” (M. CAVALLÉ, La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia, Martínez Roca, Barcelona 2006, p.92. (Se trata de un libro sumamente valioso que, afortunadamente, ha sido reeditado recientemente por la editorial Kairós).

Para terminar este comentario, me gustaría señalar una cosa más. La sugerencia de Pedro de hacer “tres tiendas” puede interpretarse como consecuencia de que, al “ver” lo que somos, recordamos nuestra identidad y nos toma el anhelo por “volver a casa”.
Pero pudiera también interpretarse –y este es el sentido que le ha dado habitualmente la tradición- como comodidad, que lleva a instalarse en lo que nos resulta agradable.
En esta interpretación, la reacción de Pedro sería expresión de lo que se conoce como “materialismo espiritual”, y que consiste en la apropiación de la riqueza espiritual por parte del ego para obtener algún “beneficio” egoico. Cuando eso ocurre, lo que se produce es una perversión radical de la espiritualidad.
Por eso, frente a este riesgo –que se aferra en el narcisismo que nunca deja de acecharnos-, es importante subrayar que el test de todo camino espiritual es siempre la vida, y la vida entregada a favor de los demás. No recordamos quienes somos para permanecer en un “monte” aislado y cómodo, sino para “bajar” a la vida cotidiana, con todos sus conflictos, y vivir allí lo que hemos visto, desde una actitud de bondad, compasión y servicio, que se basa en la comprensión de la Unidad que somos.

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sábado, 3 de marzo de 2012

Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: - «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Ellas.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: - «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: - «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

LA CUARESMA PASA DEPRISA

La Cuaresma pasa deprisa. Decir esto, hace unos años, habría sonado como una frase tranquilizadora, como para decir que esta época penitencial no duraba demasiado. Ahora no. Ahora lo que queremos decir es algo bien diferente, que haremos bien en tener presente en la hora de pensar en las celebraciones litúrgicas de estos días.
La Cuaresma, ahora, pasa deprisa porque no encontramos en nuestra vida social nada que nos recuerde el tiempo en que estamos, y porque la rapidez con que vivimos provoca que, si no vigilamos, nos encontraremos ya en plena Semana Santa apenas sin habernos preparado.
Para evitar esto, diría que hay dos niveles especialmente importantes: el nivel litúrgico y el nivel de la vida personal.
A nivel litúrgico será muy necesario que los signos que indican que estamos en Cuaresma sean muy visibles. La austeridad en flores y luces, un paño morado, o una frase, colgados en un lugar relevante, los cantos muy propios...El canto de entrada es básico: cantar cada domingo el mismo canto cuaresmal ayuda a reafirmar la sensación de esta en un tiempo concreto. Y, naturalmente, que las homilías, moniciones, etc,. vayan a lo esencial de lo que celebramos. Y a nivel de vida personal, cada cristiano tendrá que velar para hacerse suya la Cuaresma: ¿qué haré por vivir más intensamente la preparación de la Pascua? Dedicar más tiempo a la oración, abstenerse de determinadas cosas, prestar algún servicio a los demás, aumentar el dinero que doy a los pobres y a las buenas causas... concretándolo lo más posible. Podría estar bien hacerse el propio “programa cuaresmal”. Y por si acaso, recordarlo hacia le final de la Cuaresma.

viernes, 2 de marzo de 2012

...VETE PRIMERO A RECONCILIARTE CON TU HERMANO... Mt 5,20-26

El camino que Dios nos propone se llama fraternidad. Seguir a Jesús implica hacer sus opciones, tener un corazón grande como el suyo. La oración verdadera, como la de Jesús, es aquella que produce frutos de servicio y perdón hacia los hermanos. Es una relación con el otro que nos da la medida de la calidad de nuestra fe en el Dios de Jesucristo.


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Dame tu paz, dios del perdón.

Hazme experimentar la serenidad,

la libertad interior,

la capacidad de reconciliarme

con mi prójimo. Amén.


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jueves, 1 de marzo de 2012

... QUIEN PIDE RECIBE, QUIEN BUSCA ENCUENTRA...Mt 7,7-12

Llamo a tu puerta.
y siempre encuentro tu corazón abierto, Señor.
Pido una respuesta y recibo tu Palabra.
Busco una ayuda
y descubro tu actitud de servicio.