domingo, 14 de febrero de 2010

COMPROMISO Y LIBERTAD

En una reciente encuesta publicada en España se podía ver que a mas del 80% de los jóvenes de 14 a 25 años les parecía que era muy bueno ayudar a los demás y hacer algo para que el mundo sea mejor. Cuando se preguntó a esos mismos jóvenes si dedicaban algún tiempo a hacer algo concreto para ayudar a los demás y hacer un mundo mejor (en familia, colaborando con ONGs , etc) la respuesta afirmativa estaba por debajo del 10%.
Hay algo que no cuadra: consideran algo como muy bueno , quieren hacer el bien ...... pero muy pocos lo hacen. ¿A que se debe ésta contradicción?
Creo que buena parte se debe a la educación que damos a nuestros hijos en casa y en el colegio. Un tipo de educación que potenciada por los medios de comunicación les lleva a identificar amor con sentimiento, lo bueno con lo que les agrada y la libertad con poder hacer lo que les apetezca huyendo de todo compromiso.
En nuestra sociedad se da cada vez mas y no solo entre los adolescentes sino también entre los adultos la falta de compromiso. La incapacidad no ya para comprometer la vida sino para comprometerse de una semana para otra. Cada vez se es mas esclavo de lo que apetece en cada momento.
Esa es la gran tragedia de un Occidente lleno de bienestar y ansioso de seguridades. Ante el deseo innato de entrega, de amar y de hacer el bien surgen los miedos al compromiso.
La libertad y la felicidad tienen mucho mas que ver con el compromiso y la lucha diaria por ser fiel que con la comodidad, el placer o la apetencia.

COMPROMETERSE

Amigo mío: quiero hacerte dos preguntas, que me parecen importantes, decisivas: ¿Vale la pena entregarse para toda la vida? ¿Es el ser humano capaz de tal decisión?
La alegría sólo se encuentra dándose. Es una consecuencia. Y, me parece, vivimos en un mundo cargado de tristeza. Algo tendrá que ver con la entrega, digo yo. La entrega de lo que soy y tengo.
"El compromiso para ofrecer en primera persona una contribución propia ante las necesidades de este mundo es una gran cosa. ¡Buscad las ocasiones para hacer el bien! ¡El mundo necesita de esta voluntad, necesita de este compromiso! Y luego quizás una palabra sería: ¡el valor de decisiones definitivas! El mundo está en movimiento de manera dramática: ahora puedo disponer continuamente de mi vida entera con todos sus imprevisibles eventos futuros: con una decisión definitiva ¿no ato mi libertad y no me privo de la libertad de movimiento? Despertar el valor de osar decisiones definitivas, que en realidad son las únicas que hacen posible el crecimiento, el camino hacia adelante y el alcanzar cualquier cosa importante en la vida, las únicas que no destruyen la libertad, si no que le ofrecen la justa dirección en el espacio. Arriesgar esto, este salto -por así decir- en el definitivo, y con eso acoger plenamente la vida, esto es algo que con dicha quisiera poder comunicar".
Amigo mío, te invito a probar. Creo que vale la pena.

SER PERSONA


SÍ, VALE LA PENA

Vale la pena ser hombre, vale la pena ser alto o bajo, sano o enfermo, gigante o enano, listo y hábil o dismuido psíquica o físicamente. Si alguno es leproso, ¡vale la pena ser leproso! ¡vale la pena ser tetrapléjico! ¡vale la pena ser ciego, cojo, manco, tonto, epiléptico, desvalido, pobre, abandonado de todos, vilipendiado, calumniado, marginado... vale la pena cualquier cosa que el mundo imponga por cruel que sea o parezca, por cansado que resulte, por agobiante o doloroso. Esta es la respuesta del Verbo hecho carne: ¡vale la pena! Cristo lo hubiera sido todo si hubiese sido menester. Y lo es en cierto modo. Ha sufrido lo equivalente, y moralmente muchísimo más.¿Qué quiere decir «vale la pena»? Que hay pena, pero por grande que sea, lleva consigo una compensación sobrada: «Por eso, no desmayamos antes bien, aunque nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando de día en día. Porque la leve tribulación de un instante se convierte para nosotros, incomparablemente, en una gloria eterna y consistente, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles, pues las visibles son pasajeras, en cambio las invisibles, eternas» (2 Cor 4, 16-18). Pues bien, si «una leve tribulación» se ve compensada de tal modo, ¿qué sucederá con una tribulación mediana o extrema?

El poder de un compromiso


En un estudio se le pidió a muchas personas compartir ideas afines al valor del compromiso. Vale la pena mirarlas y ver con cuáles te identificas: pasión, entrega, cumplimiento, lealtad, dar lo mejor, sudar la camiseta, fidelidad, estar ahí, amar lo que se hace.La verdad es que todas esas expresiones son valiosas y nos dan una buena luz sobre lo que es comprometerse. Son las actitudes de los triunfadores y de los que han mejorado el mundo a lo largo de la historia. En la fe o en el arte, la inventiva, la ciencia o el deporte, los mejores han sido seres apasionados y con una entrega total. Por eso, dijo Miguel Ángel: "nadie me llamaría genio si supiera cómo doy lo mejor de mi a pesar de las fatigas".Por la misma razón dijo Edison: "mis inventos son el fruto de un 1 por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración", o sea, de compromiso. Por tanto, apasiónate por lo que haces ya que sólo con un firme compromiso alcanzas lo que anhelas. No te rindas como nunca lo hizo el pintor español Goya, quien padeció de sordera, cólicos abdominales y molestos vértigos. No fue nada fácil para él asumir sus limitantes, pero lo hizo y nos dejó valiosas obras. La sordera de un pintor tan especial hizo que se abriera la primera aula para sordos en España. Pero Goya no ha sido el único artista superado, también lo fueron Tolouse Lautrec y Pierre Auguste Renoir en Francia. Lautrec Salió adelante a pesar de su cuerpo contrahecho y su baja estatura de sólo 1,52 metros. Lástima que su vida bohemia y desordenada, además del alcoholismo, deterioraron su salud. Renoir siguió pintando en su edad adulta, soportando una seria artritis reumática con terribles dolores. Pintaba desde su silla de ruedas con un pincel amarrado al dedo que ya no podía manejar; tanto amaba su oficio. Comprometerse es entregarse totalmente a una misión y tener bríos para ir más allá de las dudas, los obstáculos y los contratiempos. Es volar más alto, como lo recuerda este relato: "en los albores de la aviación el fuselaje de los avioncitos era de lona y en esa época sucedió lo siguiente: un joven piloto inglés probaba un endeble monomotor en una peligrosa aventura alrededor del mundo y salió de la India. Alzó el vuelo y, ya lejos, oyó un ruido extraño atrás de su asiento. Entonces miró bien y se dio cuenta que había un ratón a bordo. El animal roía la cobertura de lona, podía destruir su frágil avión, y su vida estaba en gran riesgo. No había un aeropuerto cerca y tenía que librarse de su peligroso e inesperado pasajero. De repente recordó que los ratones no resisten las grandes alturas, y volando cada vez más alto descansó cuando cesó el ruido y se acabó el peligro". Bien, ahora ya sabes qué hacer ante las barreras, la crítica ruin, la envidia y los juicios desalmados. En lugar de bajar el ánimo sólo vuela más alto. Elévate porque las ratas no resisten las alturas. Valora el poder del compromiso.

CAMPAÑA MANOS UNIDAS 2010: "Contra el hambre, defiende la Tierra"


Para más información sobre la Campaña Contra el Hambre 2010 de Manos Unidas os remito a este enlace

REFLEXIÓN

Hoy, Jesús nos invita a obrar para la gloria de Dios, con el fin de agradar al Padre, que para eso mismo hemos sido creados. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia: «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». Éste es el sentido de nuestra vida y nuestro honor: agradar al Padre, complacer a Dios. Éste es el testimonio que Cristo nos dejó. Ojalá que el Padre celestial pueda dar de cada uno de nosotros el mismo testimonio que dio de su Hijo en el momento de su bautizo: «Éste es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3,17). La falta de rectitud de intención sería especialmente grave y ridícula si se produjera en acciones como son la oración, el ayuno y la limosna, ya que se trata de actos de piedad y de caridad, es decir, actos que —per se— son propios de la virtud de la religión o actos que se realizan por amor a Dios. Por tanto, «cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). ¿Cómo podríamos agradar a Dios si lo que procuramos de entrada es que nos vean y quedar bien —lo primero de todo— delante de los hombres? No es que tengamos que escondernos de los hombres para que no nos vean, sino que se trata de dirigir nuestras buenas obras directamente y en primer lugar a Dios. No importa ni es malo que nos vean los otros: todo lo contrario, pues podemos edificarlos con el testimonio coherente de nuestra acción. Pero lo que sí importa —¡y mucho!— es que nosotros veamos a Dios tras nuestras actuaciones. Y, por tanto, debemos «examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor» (San Gregorio Magno)

Oración, ayuno y limosna verdadero

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. »Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». (Mt 6,1-6.16-18)

MIÉRCOLES DE CENIZA

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte. La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia. Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

ORACIÓN PARA ESTA CUARESMA

Padre nuestro, que estás en el Cielo, durante esta época de arrepentimiento, ten misericordia de nosotros. Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras, transforma nuestro egoísmo en generosidad. Abre nuestros corazones a tu Palabra, sana nuestras heridas del pecado, ayúdanos a hacer el bien en este mundo. Que transformemos la oscuridad y el dolor en vida y alegría. Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MI DESEO
Que la verdad siempre esté por encima de todo.
Que el perdón y la comprensión
superen las amarguras y las desavenencias.
Que este pequeño mundo virtual sea cada vez más humano.
Que todos mis sueños se transformen en realidad.
Que el amor por el prójimo sea mi meta absoluta.
Que mi jornada de cada día esté repleta de flores.

DOMINGO VI TIEMPO ORDINARIO

Jeremías 17,5-8
Bendito quien confía en el Señor.

Salmo 1
Dichosos el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

1Cor 15,12.16-20
Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido.

Lucas 6,17.20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de to­da Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recom­pensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
POBREZA vs RIQUEZA

Se adultera el Evangelio siempre que se utilizan las bienaventuranzas para invitar a la resignación ante la miseria y el dolor humanos. Dios quiere la dicha, la felicidad para todos en el más allá y en el aquí y ahora. A través de Jesús nos invita a esforzarnos por alcanzar para todo el mundo, pero nos dice que el camino para conseguirla es el inverso, el opuesto al que se estila en la sociedad actual. El camino hacia la felicidad no pasa por la opulencia, ni por el poder que se alimenta de injusticias: quienes así vivan están condenados al fracaso más rotundo. Elegir la pobreza es descubrir la abundancia compartida; elegir el perdón y la misericordia es vivir la filiación y la fraternidad. Las bienaventuranzas son buena noticia porque comprometen desde una imagen nueva de Dios. En ellas implicó Jesús toda su vida.

viernes, 5 de febrero de 2010

ENCUENTRO Y SEGUIMIENTO


Dios sale al encuentro de todo ser humano en cualquier situación en la que se encuentre. Fue la experiencia de Isaías, de Pablo y Pedro. Toda circunstancia parece ser apropiada para él: el templo, la labor cotidiana... El encuentro sigue un proceso en el que Dios toma siempre la iniciativa. Luego el ser humano, confiando sobre todo en sus fuerzas, se da cuenta de que se hunde en el mar de esa misión. Sólo fiándose incondicionalmente de Dios, renunciando a tenerlo todo “amarrado”, descubre que puede embarcarse en la aventura a la que es llamado. Y acepta, como los apóstoles, como Isaías: “Aquí estoy, envíame”.

Lucas 5,1-11


En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos bar­cas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogi­do nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que re­ventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos bar­cas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasa­ba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

LA ALEGRÍA: SIGNO DEL CRISTIANO


La vida cristiana y la alegría son dos realidades íntimamente unidas. La alegría cristiana nace de la opción fundamental por el Señor Jesús, es fruto de una experiencia de fe en El y de comunión con Aquel que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6), que me muestra cuál es el sentido de mi vida en el mundo, la grandeza de mi destino. El Evangelio es, ante todo, un mensaje de alegría, pues se trata de una Buena Noticia: estamos invitados a vivir el amor y es posible vivirlo aquí y ahora porque el Señor Jesús nos amó primero; el Hijo de Santa María nos muestra el verdadero significado y alcance del amor y nos invita a vivirlo. La auténtica alegría es un primer efecto del amor. Y este amor, el mismo amor de Cristo, ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rom 5, 5). Por eso afirma San Pablo que el fruto del Espíritu es la alegría (Gal 5, 22). La alegría es un signo presente en la existencia cristiana. Nuestra alegría testimonia la profundidad de nuestro compromiso con el Plan divino. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha comprendido el núcleo del mensaje del Señor Jesús. En la Anunciación-Encarnación, el ángel invita a María a vivir la alegría mesiánica: "Alégrate, llena de gracia..." (Lc 1, 28). María se llena de gozo en el Señor pues el Mesías nacerá de Ella por obra del Espíritu Santo. El cántico del Magníficat es una hermosa expresión de alegría humilde, limpia, transparente, profunda. María exulta de gozo "en Dios mi salvador porque ha hecho en mí grandes maravillas" (Lc 1, 47.49). Cuando María y José presentan al niño en el templo, tanto el anciano Simeón como Ana se gozan en el Espíritu ante la presencia del Reconciliador (Lc 2, 29-38). El Señor Jesús llama felices a los discípulos porque "vuestros ojos ven y vuestros oídos oyen" (Mt 13, 16), es decir, porque ellos han acogido la Buena Nueva, porque están abiertos al mensaje del Señor. En el momento de la Transfiguración, ese encuentro íntimo con el Señor mueve a Pedro a exclamar: Señor, qué bueno es estar aquí (Mt 17, 4). Sólo el Señor Jesús puede ofrecer la alegría que nadie nos podrá arrebatar (Jn 16, 22).

Consagración al Espíritu Santo


¡Oh Espíritu Santo! Recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser. Dígnate ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía y mi Fuerza.Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones. ¡Oh, Espíritu Santo! Transfórmame con María y en María, en Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén.

CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS


Escucha, Dios mío, mi oración,y presta oído a mi súplica;respóndeme leal, por tu justicia.Ya se apaga el aliento en mí,mi corazón por dentro enmudece.Recuerdo los días de antaño,medito todas tus acciones,pondero las obras de tus manos;hacia ti tiendo mis manos,como tierra sedienta de ti. ¡Respóndeme pronto, Dios mío,que ya me falta el aliento;no escondas tu rostro lejos de mí,pues sería como los que bajan a la fosa!Hazme sentir tu amor por la mañana,pues yo cuento contigo;muéstrame el camino que he de seguir,pues estoy pendiente de ti.Líbrame de mis enemigos, Señor,pues busco refugio en ti;enséñame a cumplir tu voluntad,tú, que eres mi Dios;tu espíritu, que es bueno, me guíepor una tierra llana.Por tu nombre, Dios, dame la vida,por tu justicia, líbrame de la angustia”Salmo 142, 1. 4-11