La vida se desarrolla en una continua tensión entre el “ahora” y el “después”. Hay entre ambos una relación de dependencia muy íntima; el después depende del ahora. A un ahora lento, inactivo, cerrado, sin luz, habrá que corresponder necesariamente un después de tinieblas, de desilusión, de fracasos, de ostracismo.
En cambio, al ahora entregado, al ahora sacrificado en aras de los demás y de la propia perfección, sucederá infaliblemente el después del gozoso, satisfecho, feliz y pleno.
En resumidas cuentas, el después no se construye sino con los ahoras de cada momento y será imposible pretender un futuro después feliz y satisfecho, si los ahoras de cada momento no se realizan con toda plenitud de vida, con todo entusiasmo de acción, con toda la entrega de un amor verdadero y pleno.
Mañana será el proyecto de pasado mañana y así sucesivament.
“Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las naciones; mira y siembra tu temos sobre todas las naciones... Da su recompensa a los que te agradan.... Escucha la súplica de los que te imploran y todos los de la tierra reconozcan que Tú eres el Señor, el Dios Eterno”, pero Dios tiene determinado hacer todo eso por ti; tú serás su instrumento consciente y libre y, por eso, meritorio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario