El camino que Dios nos propone se llama fraternidad. Seguir a Jesús implica hacer nuestras sus opciones, tener un corazón grande como el suyo. La oración verdadera, como la de Jesús, es aquella que produce frutos de servicio y perdón hacia los hermanos. Es una relación con el otro que nos da la medida de la calidad de nuestra fe en el Dios de Jesucristo.
Dame tu paz, Dios del perdón.
Hazme experimentar la serenidad,
la libertad interior,
la capacidad de reconciliarme
con mi prójimo.
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