martes, 20 de marzo de 2012

Lc 18, 9-14: “Dos hombres subieron al templo a rezar...”

Rezar siempre es peligroso. Porque si rezamos como el fariseo, si nos limitamos a hablar frente al espejo de nuestras vanidades, salimos tan fríos como entramos. Y la oración mentirosa que rezamos, empeora todavía más nuestra hipocresía. Pero si rezamos como el publicano, si tenemos la valentía de exponer el corazón al amor de Dios, hay lágrimas y conversión. Nada queda como antes. Pues esta oración, hecha con la verdad que libera, engendra paz y vida nueva.

-------------------------------------------------------------------------

Ayúdame, Señor, a llegar a ti
Con un corazón humilde y sincero.
Ten piedad de mí que soy pecador;
Dame un corazón renovado,
Un corazón capaz de amar con tú amas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario