sábado, 3 de marzo de 2012

LA CUARESMA PASA DEPRISA

La Cuaresma pasa deprisa. Decir esto, hace unos años, habría sonado como una frase tranquilizadora, como para decir que esta época penitencial no duraba demasiado. Ahora no. Ahora lo que queremos decir es algo bien diferente, que haremos bien en tener presente en la hora de pensar en las celebraciones litúrgicas de estos días.
La Cuaresma, ahora, pasa deprisa porque no encontramos en nuestra vida social nada que nos recuerde el tiempo en que estamos, y porque la rapidez con que vivimos provoca que, si no vigilamos, nos encontraremos ya en plena Semana Santa apenas sin habernos preparado.
Para evitar esto, diría que hay dos niveles especialmente importantes: el nivel litúrgico y el nivel de la vida personal.
A nivel litúrgico será muy necesario que los signos que indican que estamos en Cuaresma sean muy visibles. La austeridad en flores y luces, un paño morado, o una frase, colgados en un lugar relevante, los cantos muy propios...El canto de entrada es básico: cantar cada domingo el mismo canto cuaresmal ayuda a reafirmar la sensación de esta en un tiempo concreto. Y, naturalmente, que las homilías, moniciones, etc,. vayan a lo esencial de lo que celebramos. Y a nivel de vida personal, cada cristiano tendrá que velar para hacerse suya la Cuaresma: ¿qué haré por vivir más intensamente la preparación de la Pascua? Dedicar más tiempo a la oración, abstenerse de determinadas cosas, prestar algún servicio a los demás, aumentar el dinero que doy a los pobres y a las buenas causas... concretándolo lo más posible. Podría estar bien hacerse el propio “programa cuaresmal”. Y por si acaso, recordarlo hacia le final de la Cuaresma.

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