martes, 3 de noviembre de 2009

OBOLO DE LA VIUDA


Marcos 12,38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: - «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pre­texto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigu­rosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: —«Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. »


CONFIANZA PLENA

La viuda pobre y desprotegida captó plenamente la esencia del evangelio: entrega total e incondicional en las manos de Dios. Frente a una generosidad sensata y calculada, la observación de Jesús es inquietante: “Esa pobre viuda ha dado más que nadie”.
¡Curiosa aritmética! La monedita de la viuda vale más que las grandes cantidades de los ricos. El motivo es claro: “porque éstos dan de lo que les sobra y ella ha dado todo lo que tenía para vivir”
La pobre viuda es una de las imágenes más hermosas de Jesús mismo. Él fue quien ha dado más que nadie a Dios a la humanidad. Por eso, la viuda es el último personaje que el evangelio de Marcos pone ante nuestros ojos antes de la pasión.

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