lunes, 21 de septiembre de 2009

«La pobreza es la ignominia de la humanidad. Hay que impedirla»

Monseñor Castellanos es un obispo. Pero no uno cualquiera, uno especial, profético. Profético desde hace años, aunque a algunos no les guste que se utilice esta palabra. Se llama Nicolás, fue obispo de Palencia hasta 1992, año en que dejó todo. Dejó su diócesis y se fue a uno de los países más pobres de Latinoamérica: Bolivia. Allí fundó todo un imperio de la solidaridad y de la caridad.

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