Compete al ministerio profético llevar a un auténtico confrontamiento las exigencias de la tradición y la situación del momento presente. Es decir, el profeta está llamado a ser un hijo de la tradición (de la memoria) que se ha tomado en serio la tarea de recrear su propio entorno social. Es el hombre capaz de discernir con la suficiente celeridad los puntos de coincidencia y de desacuerdo de dicha memoria con la situación eclesial del momento.
El profeta no es un adivinador, un presagiador de acontecimientos futuros ni la profecía debe ser reducida a "injusta indignación" entendida como "acción social".
El profeta devuelve la fe a su pueblo -a base de rearticular la historia antigua- creando un nuevo y firme fundamento, sobre el que sea posible establecer una nueva humanidad.
La tarea del ministerio profético consiste en propiciar, alimentar y evocar una conciencia y una percepción de la realidad alternativas a las del entorno cultural dominante.
El ministerio profético debe abordar en toda momento la permanente y fundamental crisis que significa el hecho de que nuestra vocación alternativa se vea domesticada y aburguesada.
Esta conciencia alternativa que es preciso propiciar sirve:
para criticar, desmantelándola, la conciencia dominante rechazando y deslegitimando el presente estado de cosas.
para dinamizar a personas y comunidades con su promesa de un tiempo y una situación diversos, viviendo en la apasionada anticipación de la novedad que Dios ha prometido y que con toda seguridad habrá de dar. Según este modo de pensar la palabra clave es ALTERNATIVA.
alternativa, ¿a qué?
alternativa, ¿de qué manera?
alternativa, ¿con qué radicalidad?
¿podría haber alguna alternativa que evitara la "domesticación"?
¿cómo presentar y hacer realidad alternativas en una comunidad de fe que, por regla general, ni siquiera comprende que existen alternativas o no está dispuesta a aceptarlas en el caso de que hagan su aparición? Por eso todo acto de un profeta debería formar parte de todo un proceso tendente a suscitar, formar y reformar una COMUNIDAD ALTERNATIVA, dotada de una "contra-conciencia" e interesada en el total desmantelamiento del régimen en orden a hacer posible el resurgir de una nueva realidad.
La tradición profética es perfectamente consciente de que ofrece una verdadera alternativa, que hunde sus raíces en la misma y verdadera alternativa que es el propio Yahvé. La profecía arranca del hecho mismo de percibir cuán verdaderamente alternativo es Yahvé.
El relato del Exodo pretende mostrar la radical crítica y el no menos radical desmantelamiento del imperio egipcio: el Exodo va mostrando cómo las pretensiones religiosas de los dioses quedan invalidadas por este Señor de la libertad, cómo la política de opresión queda superada por la práctica de la justicia y la compasi6n.
La crítica definitiva es ésta: el pretendido poder de la cultura dominante, tan seguro de sí, se revela como un fraude (a través de la simple constatación de que las falsas pretensiones de autoridad y de poder no son suficientes para cumplir las promesas).
Al fin y al cabo, hemos sido hechos a imagen de Dios, y no existirá para nosotros investigación teológica más importante que la de discernir qué Dios es ese a cuya imagen hemos sido hechos
El profeta no es un adivinador, un presagiador de acontecimientos futuros ni la profecía debe ser reducida a "injusta indignación" entendida como "acción social".
El profeta devuelve la fe a su pueblo -a base de rearticular la historia antigua- creando un nuevo y firme fundamento, sobre el que sea posible establecer una nueva humanidad.
La tarea del ministerio profético consiste en propiciar, alimentar y evocar una conciencia y una percepción de la realidad alternativas a las del entorno cultural dominante.
El ministerio profético debe abordar en toda momento la permanente y fundamental crisis que significa el hecho de que nuestra vocación alternativa se vea domesticada y aburguesada.
Esta conciencia alternativa que es preciso propiciar sirve:
para criticar, desmantelándola, la conciencia dominante rechazando y deslegitimando el presente estado de cosas.
para dinamizar a personas y comunidades con su promesa de un tiempo y una situación diversos, viviendo en la apasionada anticipación de la novedad que Dios ha prometido y que con toda seguridad habrá de dar. Según este modo de pensar la palabra clave es ALTERNATIVA.
alternativa, ¿a qué?
alternativa, ¿de qué manera?
alternativa, ¿con qué radicalidad?
¿podría haber alguna alternativa que evitara la "domesticación"?
¿cómo presentar y hacer realidad alternativas en una comunidad de fe que, por regla general, ni siquiera comprende que existen alternativas o no está dispuesta a aceptarlas en el caso de que hagan su aparición? Por eso todo acto de un profeta debería formar parte de todo un proceso tendente a suscitar, formar y reformar una COMUNIDAD ALTERNATIVA, dotada de una "contra-conciencia" e interesada en el total desmantelamiento del régimen en orden a hacer posible el resurgir de una nueva realidad.
La tradición profética es perfectamente consciente de que ofrece una verdadera alternativa, que hunde sus raíces en la misma y verdadera alternativa que es el propio Yahvé. La profecía arranca del hecho mismo de percibir cuán verdaderamente alternativo es Yahvé.
El relato del Exodo pretende mostrar la radical crítica y el no menos radical desmantelamiento del imperio egipcio: el Exodo va mostrando cómo las pretensiones religiosas de los dioses quedan invalidadas por este Señor de la libertad, cómo la política de opresión queda superada por la práctica de la justicia y la compasi6n.
La crítica definitiva es ésta: el pretendido poder de la cultura dominante, tan seguro de sí, se revela como un fraude (a través de la simple constatación de que las falsas pretensiones de autoridad y de poder no son suficientes para cumplir las promesas).
Al fin y al cabo, hemos sido hechos a imagen de Dios, y no existirá para nosotros investigación teológica más importante que la de discernir qué Dios es ese a cuya imagen hemos sido hechos
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