
Es evidente que las parábolas que cuenta Jesús son de ambiente rural, agrícola, sacadas de la vida misma. La parábola del sembrador (Mc 4,1-20) nos cuestiona varias cosas: la cosecha no depende sólo de la semilla ¿Qué es más importante: la fuerza de la semilla o la calidad del terreno? Si Dios es generoso en la siembra de sus dones, ¿cómo es el terreno mío donde caen esos dones?
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