viernes, 22 de enero de 2010

Domingo III Tiempo Ordinario


DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO
Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10
Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.

Salmo 18
Tus Palabras, Señor, son espíritu y vida.

1Cor 12,12-30
Vosotros sois el cuerpo de Cristo.

Lucas 1,1-4;4,14-21
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmiti­das por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que co­nozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le en­tregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: —«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

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