miércoles, 27 de enero de 2010

AMIGOS DE DIOS



Introducción:
El Señor Jesús dijo a sus discípulos: "Si hacen lo que les digo, son mis amigos. Ya no les digo siervos, porque un siervo no sabe los planes de su amo. Les digo amigos porque les di a conocer todo lo que escuché del Padre." (Juan 15:14, 15). De Abraham, Dios dijo que era "su amigo" (Isaías 41:8. Cf. 2 Crónicas 20:7). ¿Ha meditado usted en este aspecto?¿Es posible ser amigo de Dios?¿Cuáles son las condiciones para ser "amigo" de Dios? ¿Qué responsabilidades acarrea esta condición especial? Estos interrogantes y otros que sin duda se estará formulando, tendrán respuesta en la Lección de hoy.
I.- Ser amigo de Dios es una condición posible de alcanzar
Si nos preguntamos qué características rodean a un "amigo de Dios", podemos sintetizarlas en dos elementos fundamentales: el primero, lealtad, y el segundo, perseverancia. Ninguna relación se construcción con el deseo unilateral, es decir, de una de las partes, sino de los dos interesados. En nuestra relación con Dios, el amado Padre está vivamente interesado en ser nuestro "amigo"; sin embargo, para que el esquema esté completo, se requiere que de nuestra parte exista un interés similar.
1.- El Señor Jesús anunció que podríamos ser sus amigos (Juan 15:14).- Él dejó claro el propósito que tenía de concedernos ese titulo especial de acercamiento. Dijo, sin embargo, que para ser sus amigos, deberíamos cumplir los mandamientos. El proceso es sencillo: primero, los conocemos; segundo, los asimilamos; tercero, los ponemos en práctica.
2.- La historia demuestra que sí es posible: Abraham fue considerado por Dios como su amigo (Isaías 41:8; Cf. 2 Crónicas 20:7).- Fue fiel al Creador. Vivió en consonancia con aquello que Dios esperaba de Él. Mantenía íntima comunión en oración. Y además, se fortaleció en la fe aun cuando las circunstancias adversas hacían temer que no se materializaría aquello que Dios le había prometido.
3.- La fe constituyó el peldaño que le permitió a Abraham ser considerado "amigo" de Dios (Santiago 2:22, 23).- La vida de Abraham puso en evidencia que tenía su fe afincada en Dios; a pesar de las dificultades no menguó sino que creció porque cada nuevo incidente le llevó a tomarse con mayor fuerza de la mano del Padre; depositó siempre su confianza de que Dios cumpliría aquello que le había prometido y además, fue agradable delante de sus ojos.
II.- Es necesario volvernos a Dios para ser sus amigos.
Entre tanto nos movamos conforme a los parámetros de la mundanalidad, estaremos distantes de Dios y cosecharemos el fruto de la maldad que hayamos sembrado (Santiago 4:1-3). Nadie obra de buenas a primeras sujeto al pecado. Es cierto, nacemos con una naturaleza pecaminosa, pero la alimentamos con nuestros pensamientos y acciones. Y no podemos olvidar que aquél que es amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios (Santiago 4:4).
1.- Si anhelamos ser amigos de Dios, debemos ir a Él (Santiago 4:8).- La decisión de ser amigos de Dios no parte de nuestro amado Señor sino de cada uno de nosotros. Para lograrlo es necesario despojarnos de todo aquello que pudiera amarrarnos a la mundanalidad. Significa en esencia, renuncia.
2.- Para ser amigos de Dios es necesario honrarle (Salmo 25:14; Cf. Proverbios 3:32).- ¿Cuándo honramos a Dios? Cuando andamos en sus caminos y, sujetos a Él, deseamos de todo corazón exaltarle con lo que pensamos y con lo que hacemos. El Señor espera un pueblo así, comprometido, que se desenvuelva en sus preceptos los cuales aseguran una buena relación con el Padre, con nosotros mismos y con los demás.
3.- Si anhelamos ser amigos de Dios, debemos reconocer su grandeza y poder (Job 10:6; 37:23).- El mayor problema es que los seres humanos sin Cristo en el corazón, tendemos a confiar más en nuestras fuerzas y capacidades, que en el poder de Dios. Solamente cuando nos sometemos a Él aprendemos a desarrollar una estrecha dependencia del Padre.
4.- Sin anhelamos ser amigos de Dios, debemos ser leales a Él (Salmo 37:28; Proverbios 2:7, 8).- Fieles a Dios no es otra cosa que permanencia en Él, por encima de las circunstancias que puedan asaltarnos. Sean favorables o desfavorables las condiciones, estar siempre ahí, en la brecha. Asidos de la mano de Dios. Tener conciencia de que Él no nos dejará solos jamás.
5.- Si anhelamos ser amigos de Dios, debemos disponernos para que Él nos guíe (Isaías 48:17).- Para tal propósito es imperativo que le reconozcamos como nuestro Dios. Aprender de sus enseñanzas. Permitir que opere una transformación total en nuestra forma de pensar y de actuar. Es el secreto. No hay otro. Abrirle nuestro corazón a Aquél que todo lo puede.
Conclusión:
Si nos conformamos con ser parte del montón, como cristianos que ven pasar la vida sin que su existencia sea transformada por Dios y así impactar al mundo sin Cristo, no habremos avanzado en la escalera del crecimiento personal y espiritual. Pero si nos disponemos para el Señor, abriendo el corazón para que Él opere los cambios que considere oportunos y necesarios, habremos dado pasos agigantados hacia el hombre o mujer que Dios quiere que seamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario